Thursday, December 08, 2005

Preámbulo

“La nación catalana ha venido construyéndose en el curso del tiempo con las aportaciones de energías de muchas generaciones, de muchas tradiciones y culturas, que han encontrado en ella una tierra de acogida. Cataluña ha definido una lengua y una cultura, ha modelado un paisaje, ha acogido también otras lenguas y otras manifestaciones culturales, se ha abierto siempre al intercambio generoso, ha construido un sistema de derechos y libertades, se ha dotado de leyes propias y ha desarrollado un marco de convivencia solidario que aspira a la justicia social.”

Nótese el uso constante y obsesivo de ese sujeto abstracto que puede ser, alternativamente, “la nación catalana” o “Cataluña”. Sujeto abstracto e incorpóreo que, sin embargo, es capaz de definir, modelar, acoger, construir, abrirse, dotarse y desarrollar. Nunca los protagonistas son los ciudadanos, sino siempre esa colectividad que nadie conoce, que por lo tanto no puede responder, y cuya representación se irrogan tan alegremente los nacionalistas. Dejando de lado la gramática (ya que los redactores también la han dejado obviamente de lado, ¿para qué vamos a entrar nosotros en ella?), llama la atención por lo chocante que Cataluña haya incluso “modelado un paisaje”. No sé yo cuál será el “paisaje catalán”, si las montañas y los valles pirenaicos, los acantilados de la Costa Brava, las playas de arena fina de la Costa Dorada o las zonas industriales del Baix Llobregat. O quizá todos y por tanto, al haber sido todos ellos diseñados por “Cataluña”, cualquier lugar del mundo que cuente con valles, montañas, acantilados, playas o polígonos industriales debería pagar royalties a “la nación catalana”.“Cataluña ha definido una lengua y una cultura”. Hubiera uno pensado que lo lógico sería lo contrario, que Cataluña viniese definida por su lengua, su cultura, su paisaje, etc. No, demasiado vulgar. Cataluña es el único ente del mundo mundial hecho a sí mismo, en perpetua construcción gracias al esfuerzo incansable y titánico de sus dirigentes, empeñados en conducir hasta la tierra prometida a su pueblo... pese a que a veces éste, desagradecido, no sea suficientemente consciente de lo importante de su destino

Germont

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